viernes, 29 de febrero de 2008

Yo, pecador

Tengo llenos de nueces los cachetes y ganas de comerme la sal de las paredes. Pinté con lunas y estrellas los apéndices de mis patitas miniatura. He conjugado el verbo amar en todos sus tiempos y me he sentido en casa no en la mía. Hice pactos con el diablo, regalé flores y sangre. He aspirado felicidad de una tarjeta y bebido risas de una copa. Me enamora mi reflejo y a veces olvido cuánto cuesta el camión. Me gustan los olores a tierra y los besos en la boca. Miento aunque no me crean. He asesinado esperanzas y cultivado miles de olvidos. Vive junto a mí una sombra que me levanta por las noches. A veces ya no tengo ganas de salir.
De las fiestas... llego tarde y me voy temprano

1 comentario:

Raymundo Ibañez dijo...

Como diría un filósofo y amigo mío (no el que citaste el otro día): ¿Será eso la madurez? Si es el caso, dejaré que mis hijos, aunque sean adoptivos, maduren a los 84.
Salud por la sombra de las noches. Total repudio a los asesinatos y los olvidos.