martes, 26 de octubre de 2010

Una duda

Y todo. Y mal. No tenía las llaves. Con las náuseas del ayer en el hoy. Con su vodka que cambiaba de conjugación de futuro a presente. No podía olvidar. Diatírico. Así lo había calificado su editor. Diatírico. ¿Qué chingaos es eso? ¿Cuándo se lo han inventado o qué? Tanto pinche trabajo y... diatírico. Yo creo que se lo inventó el maldito enfermo. ¿Y todo por los paréntesis? Ahh! si, los malditos paréntesis. Volteó la caja (del gato) y llegó hasta el vaso de agua. Dos tragos y el estómago como ciruela pasa. Olor a gato (el de la caja). (Miau). Que asco. (Miau). ¿Ya habrá comido esa pendejada?. (Miau). No creo, si no, no estaría así. Diatírico. (apagó el calentador). Ya ya, ándale, come, no jodas más. (Miau). Creo que ya ni agua tienes, espérame. (Miau). Abrió la llave y llenó el pequeño trastecito que le HABÍAN comprado. Chale, que feo (el traste). (pensaba que era feo sólo porque lo escogió ELLA... en el fondo sabía que le gustaba, pero estaba en toda disposición de aborrecer cualquier cosa que tuviera que ver con ELLA) Ojalá fuera de plástico (el traste) Así lo podría meter al micro y echarle cloro y lavarlo mejor (mentira, ni la comida ni el agua del gato necesitaban meterse al micro y el traste lo podía lavar con aguarrás si se le antojara) (Miau) Caminó de regreso a la sala, pasó por el comedor y recogió un cenicero-florero. Diatírico. Empezaba apenas y sentía que tenía que terminar, salir corriendo de ahí, cambiar su vida y no regresar nunca. Morirse no. Huele uno mal. Más bien huir, perderse. Conseguirse una ELLA con parientes en Luxemburgo. (era lo más lejos que se le ocurría y que no fuera China o la Patagonia... por aquello de los lugares comunes) Diatírico. No sé, nunca había escuchado esa palabra. Diccionario. Nada. Dicotilodeno. Nada. Dinosaurio. Nada. Malditas dudas imbéciles. Y así.

lunes, 9 de agosto de 2010

Ánimo chistín

Desde hace un tiempo he notado que existe una tendencia al momento de escribir que busca provocar hartas sonrisas en los que leen. Esta onda chistina ha invadido inclusive a ciertos que pretenden escribir con tintes serios.
Seremos tal vez herederos de cronistas extraordinarios como Jorge Ibargüengoitia o Marco Almazán (o muchos otros) y aquellos actuales que leo logran su cometido a raudales.Pero la verdad, el colmo, fué abrir la revista "Ambiance" y encontrar la historia (chistina) de un hombre que busca pareja llamada Mariana en una de sus páginas, después del reportaje a Leonardo García y antes de las fotos de la boda de una pareja con cejas depiladas.
¿Será tal vez que los críticos literarios, las editoriales y aquellos que publican hasta las palabras agudas de uno ahora tomarán como criterio el número de dientes que develan los relatos? ¿Publicarán como a García Márquez con base en el número de segundos que uno detiene la lectura para reir a carcajadas?
Creo que la cuestión con esta últimamente predilecta forma de escribir es conseguir varias cosas: que se lea fácil, que levante el ánimo, que sea un poco socarrón o sarcástico pero nunca crítico de nada o nadie. Que nos pinte un mundo donde los dolores dan risa y las desgracias cotidianas sólo producen "headaches" que se quitan con aspirinas.
Tal vez más que voltear a ver a los que escriben, sería buena hora voltear a ver a los que leen. Buscamos incansablemente un mundo que sea así, fácil, divertido. Queremos olvidar la enfermedad, la pobreza y la muerte (o de perdida que su presencia nos haga reir) Y la reflexión es esta: Si alguien lo escribe es porque otro lo lee. Ese alguien también fué lector en el pasado. Nuestras elecciones dicen mucho de lo que construimos como sociedad y es buena idea revisarlo vorazmente.

lunes, 2 de agosto de 2010

... que me canten los mariachis guadalajara

Lo he pensado mucho, pero dicen que los besos de la reconciliación son los mejores. Por eso vuelvo, a seguir haciendo sacrilegios con mi nombre.
Me inspira ese deseo intangible (los hay tangibles y con cabello oscuro) de conversar con mis propias palabras. He entendido que si mi mente puede producir sensaciones tan atroces, es capaz de cualquier cosa. Bienvenida cualquier cosa.
Veo que llueve, se me antoja un café.