Lo he pensado mucho, pero dicen que los besos de la reconciliación son los mejores. Por eso vuelvo, a seguir haciendo sacrilegios con mi nombre.
Me inspira ese deseo intangible (los hay tangibles y con cabello oscuro) de conversar con mis propias palabras. He entendido que si mi mente puede producir sensaciones tan atroces, es capaz de cualquier cosa. Bienvenida cualquier cosa.
Veo que llueve, se me antoja un café.
lunes, 2 de agosto de 2010
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